La torta de cumpleaños (Cuento - Anécdota)
Si hay algo que sé hacer
bien, es seguir las órdenes del dictador de mi hermano. Genio culinario,
disfruta más dando directivas que preparando los platos dulces.
Hace tres años, con motivo
de su trigésimo cumpleaños, en casa se organizó una celebración a la que
estuvieron invitados varios miembros de la familia. En dicha oportunidad, la
torta fue un exquisito brownie con dulce de leche y merengue que, por supuesto,
preparé yo siguiendo sus indicaciones. Hoy que celebra su trigésimo tercer
natalicio, FACEBOOK me trae un recuerdo grato de aquel momento – una foto de la
torta, obvio – y la memoria me acerca un corto del año ´87.
Ese año fue algo loco,
desacompasado. No terminábamos, creo yo, de adaptarnos a la mudanza abrupta del
año anterior, la distancia que separaba la escuela de casa resultaba cada vez
más terrible, la guita no alcanzaba y, para colmo de males, mamá y yo nos
contagiamos paperas. A pesar de todo, hoy que soy grande, pienso que esas
angustias son nimiedades ante la demostración de amor, Fe y confianza que
experimenté ese año.
Les decía que la memoria me
acerca un corto. En este corto pasan rapidísimo las imágenes de dos niños
subiendo a un auto estacionado frente al colegio Bernasconi, el frasco de
mermelada BC lleno de arroz con leche que nos había preparado tía Elvi, y el
paseo por las góndolas del Supermercado del juguete que estaba en la calle
Candilejas – ahí compramos el regalo para Juan: no sé qué porquería de Rambo
(el helicóptero, el arco, qué sé yo). Estas imágenes pasan vertiginosamente y
de pronto se detienen en la cara de un angelito rubio de cuatro años, que
estaba desesperado por llegar a su casa porque su mamá, aunque estaba enferma,
le iba a hacer su torta de cumpleaños.
La torta de cumpleaños… Hoy
pienso en esa torta y no puedo más que sonreír. Mamá la preparaba para todos
los eventos especiales. “Tortita de pobres” apodamos ahora al bizcochuelo – de
vainilla o chocolate, según el gusto del consumidor – con un corte de dulce de
leche, duraznos en almíbar y cobertura brillosa de cacao y dulce de leche.
“Tortita de pobres”… No es que ahora seamos ricos, pero, gracias a Dios, las
cosas mejoraron un poquito y somos más los que trabajamos y aportamos para
poder darnos un gusto.
El 18 de agosto de 1987 fue
un día especial y ameritaba tener su “tortita de pobres”. Ese día Juan se
despertó y a pesar de que tía Elvi intentó convencerlo, no hubo manera de
hacerlo cambiar de opinión: él quería volver a su casa porque su mamá le iba a
hacer la torta de cumpleaños.
El 18 de agosto de 1987,
mamá, con la cara hinchada como una pelota, el pelo desordenado y el cuerpo
cansado, se levantó de la cama, se puso el déshabillé
azul y las “zapatillitas de chinito” para preparar la torta de cumpleaños que
el angelito rubio estaba esperando.
El 18 de agosto de 1987, el
regalo más importante no fue el que Juan eligió en el Supermercado del juguete,
sino la torta de cumpleaños.
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