viernes, 8 de junio de 2018

Tributo a Galeano

Descalza, casi desnuda, desnutrida de cuerpo y espíritu, Helena ve pasar por última vez la procesión infinita de almas dolientes que ruegan al Santo gastado una ayuda que nunca llegará.

"Los pobres no estudian", resuenan las palabras vacías en el eco del silencio.

Sentada en el cordón de la vereda, Helena ve pasar la hilera infinita de caminantes mientras espera su turno para sumarse a la marcha. Resuena firme, bravo, seguro el eco de los manifestantes entre los rascacielos de la ciudad.

"Soy pobre y estudio en la Universidad Pública", dice su pancarta.

Ciudad Los Naranjos

A ciudad Los Naranjos llegó un día un poeta errante. Dicen las voces antiguas que su espíritu todavía vaga entre las callecitas circulares vestidas de fachadas coloridas cuyas ventanas dejan escapar la música de la risa.
En el corazón de la ciudad, hay un parque circular de césped verde, húmedo y fragante que pugna por destacar entre las florecillas blancas que tapizan las anchas avenidas que convergen en él, provenientes de los cuatro puntos cardinales.
En ciudad Los Naranjos se respira un aire cítrico con notas de creación.